lunes, 17 de agosto de 2009

LA COMIDA COMO PARTE DE LA FIESTA

Cuentan que en la época colonial, los pobladores dedicaban muchas horas a la preparación y a la ingestión de los alimentos.
Es muy probable que la costumbre uruguaya de comer de más y de festejar comiendo, la hayamos heredado de los españoles, quienes acostumbraban comer con mucha glotonería, quizás por las largas hambrunas padecidas en Europa.
A fines del siglo XIX, se acostumbraba visitar “La Quinta de las Albahacas”, (cerca de las actuales calles Cerro Largo, Miguelete y Ejido) en cuyos alrededores crecía gran cantidad de verduras. Allí pasaban largas horas comiendo, durmiendo y mirando al cielo.
"Los días de los cumpleaños de los dueños de casa, eran festejados entusiastamente constituyendo el programa principal de la fiesta, una opípara comida a base de platos genuinamente criollos. Como la batería de cocina y la vajilla de comedor no abundaban en las casas, por entonces era cosa corriente que se recurriese al auxilio de los vecinos, infaltables invitados a estas festividades y que aportaban con iguales entusiasmos que los anfitriones para el mayor lucimiento de la comilona, no solamente su trabajo personal en los manipuleos culinarios, sino también en la provisión de fuentes, platos, ollas, sartenes, pocillos, copas etc. (...) El ágape se iniciaba siempre con una sopa espesita servida en platos hondos de porcelana blanca ya fuera de arroz, de fideos o de pan a las cuales solían agregársele mayores propiedades nutritivas con huevos "caídos" o "estrellados" a razón de uno por barba.
Luego de la sopa aparecían las enormes fuentes conteniendo el veterano puchero que para las grandes ocasiones y por los productos que lo integraban se presentaba con la denominación de olla podrida, a base de pecho o de cola con varias gallinas, tocino, arroz, garbanzos, chorizos de Extremadura y criollos, morcillas, papas, zapallos, cebollas, repollos, romero, laurel y cuanto yuyo aromático pudiera venir a mano. A veces, este plato solía ser presentado conjuntamente con otra fuente de pirón.
Seguían después el estofado aderezado con pasitas de uva; el quibebe, así llamado al zapallo hervido y deshecho con huevos; la carbonada, sabroso guiso de arroz y carne picada también llamado "rendimiento"; las grandes fuentes de pastel relleno con presas de pollo o gallinas gordas y tiernas, huevos duros, aceitunas, pasas de uva, picadillo de carne, cebollas etc., las humitas a base de granitos de maíz y envueltas en chala, que los hoteleros anuncian en sus menúes con nombre extranjero. Y el pavo que venía a resultar el clou de la fiesta cebado a base de nueces enteras que a la fuerza se le hacía deglutir diariamente y desde un mes atrás a la pobre víctima que era traído a la mesa reluciente e hinchado a fuerza de contener en su vientre el relleno de pan con leche, castañas, huevos, verduras etc. Entre plato y plato, el vino Carlón, único que se gastaba para la mesa.
Como postre se servía a los comensales pastelitos de natilla, o con dulce de membrillo, arroz con leche, que ostentaba en su parte superior canela en polvo o en su defecto lazquitas de azúcar quemada. Estas golosinas solían ser rociadas con vinos Jerez u Oporto. Como parte final del banquete se servía café o té, ya en pocillos o ya en mates a gusto del consumidor".
Extraído de: “Recuerdos y crónicas de antaño” – tomo II – Rómulo Rossi;
"Los uruguayísimos rituales del comer" - César Di Candia.

2 comentarios:

  1. Hola soy Franchescamae donde estan las adivinansas la seibalita esta cargando por eso telomando de mi otra conputadora los
    vemos beatis.

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  2. maes como andas vesos chau
    donde estan las adivinansas.

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