lunes, 7 de septiembre de 2009

Un extraño en casa

Unos pocos años después que yo nací, mi padre conoció a un extraño en nuestro barrio.
Desde el principio mi padre quedó fascinado con este recién llegado y encantador personaje, por lo que enseguida le invitó a que viviera con nuestra familia.
El extraño aceptó y desde entonces ha estado con nosotros.

Mientras yo crecía nunca pregunté su lugar en mi familia, pero en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial.

Mis padres eran instructores complementarios: mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a obedecer. Pero el extraño era nuestro narrador. Nos mantenía hechizados por horas al extremo con aventuras, misterios y sabía todo lo que pasaba a nuestro alrededor. Si yo quería saber cualquier cosa de política, historia o ciencia, siempre sabía las contestaciones sobre el pasado. ¡Conocía el presente y hasta podía predecir el futuro!

Llevó a mi familia varias veces al fútbol, al basket, al rugby y hasta a las carreras de caballos. Me hacia reír, y me hacia llorar. El extraño nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba. A veces mi mamá se levantaba temprano y callada mientras que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que el extraño tenía que decir, pero ella se iba a la cocina para tener un poco de paz y tranquilidad.

...

Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sentía obligado a honrarlas. Los insultos, por ejemplo, no fueron permitidos en nuestra casa ni en la de nuestros amigos o de cualquier visitante. Sin embargo, el extraño de largo plazo lograba pronunciar ésas palabras que quemaban mis oídos e hicieron que mi papá se retorciera y mi madre se ruborizara.

Mi papá nunca nos dió permiso para usar alcohol de manera liberal, pero el extraño nos animó a intentarlo sobre una base regular. Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran distinguidas.

Hablaba libremente (demasiado) sobre sexo y sus comentarios eran a veces evidentes, a veces sugestivos, y generalmente vergonzosos.

Mil y una veces nos hizo ver que matar es algo natural y hasta correcto, si está inspirado en una buena causa.

Ahora sé que mis conceptos sobre las relaciones humanas fueron influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el extraño.

Repetidas veces lo reprendieron y raramente le hizo caso a los valores de mis padres y NUNCA le pidieron que se fuera.

Más de 40 años han pasado desde que el extraño se mudó con nuestra familia.

Desde entonces ha cambiado mucho pero a pesar de los cambios sigue tan campante como al principio.

¿Su nombre? ¡Nosotros lo llamamos televisor!

Nota: Se requiere que este artículo sea leído en cada hogar.
Recibimos este texto a través de nuestro mail, y quisimos compartirlo con ustedes. Da para pensar, ¿no?

4 comentarios:

  1. Hola, deseo felicitarte por tu trabajo en BLOGSPOT, la verdad que está muy bonito.
    Soy César Valderrama y te escribo desde Perú, me gustaría agregar tu blog a nuestra red: www.rededucativa.ning.com

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  2. Después de leer este comentario también quiero sumarme a sus felicitaciones por que aunque aún no lo había hecho, tenía el mismo pensamiento.
    Además de ser muy bonito, entretenido y que nos ayuda en todos los diversos temas en los que tenemos inquietudes, es muy bueno el trabajo que estás haciendo.
    Por todos y creo especialmente por los niños.
    Nuevamente mis felicitaciones y gracias.
    Soy Adriana, mamá de Federico
    de 2ºc.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Agradezco los comentarios que han dejado.
    A César le cuento que ya ingresé al enlace que me ha dejado y me registré en la red educativa.
    Para nosotros, sería un honor formar parte de ella.

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